La narración comienza en un espacio real desde el cual Alicia comienza su viaje a través de espacios fantásticos y aparentemente azarosos, pero que siguen sus propias reglas matemáticas. Es en estos espacios donde el autor, introduce la escala de lo relativo.
Una característica común entre estos espacios del País de las Maravillas es la necesidad, por parte de Alicia, de adaptarse a ellos. De este modo Alicia se ve obligada a aumentar o disminuir su tamaño dependiendo del lugar donde se encuentre.
Podemos separar los espacios en dos grandes grupos: los espacios naturales y los "artificiales" (interiores), que aparecen intercalados en la historia. Estos se presentan con un carácter positivo y negativo respectivamente.
Por último, estos espacios transmiten al lector todo tipo de emociones, desde la claustrofobia en la casa del conejo hasta la sensación de un espacio inmenso, tras formar Alicia un mar de lágrimas en la madriguera del conejo.
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